Impuestos y deslocalización
Se acercan ya las elecciones generales y aunque lo nieguen, todos los políticos están ya en precampaña. Recientemente, Mariano Rajoy presentó en sociedad una batería de propuestas en materia fiscal:
Concretamente, el señor Rajoy propone una rebaja del tramo básico del IRPF del 24 al 12%, y del tipo máximo que pasaría del 43% de ahora a “menos del 40%”. Por su parte, el Impuesto de Sociedades pasaría del 35% (30 para pymes) al 25% (20 para pymes).
El PSOE muy en su papel de “izquierda” ha respondido preguntándose: ¿qué recortes en gastos sociales va a costarnos la rebaja fiscal?
Pero lo que yo me pregunto, como esto es una mera declaración supuestamente electoralista, ¿no es sorprendente que la rebaja del impuesto a los beneficios empresariales sea mayor que la que nos hacen a la sufrida clase media? ¿Tan buena imagen tienen los empresarios en la sociedad española que una rebaja de los impuestos a las empresas va a ser bien recibida por el público?
En mi opinión aparte de la dudosa eficacia sobre la opinión pública, la propuesta deja traslucir, quizá involuntariamente, la tendencia que vemos en todos los países desarrollados hacia la reducción de impuestos a las empresas, más pronunciada que la de los impuestos a las personas físicas.
Aligerar el peso del estado en la economía parece conducir hacia una mayor eficiencia, eso es más que probable, y así lo demuestra la evolución económica de los países que han optado por ese camino, pero ¿deben ser los ciudadanos (la clase media) los que carguen con la mayor parte del peso que aún tiene el estado?
Las consecuencias se traducen en una mayor desigualdad social y en lo que se percibe como empeoramiento de la calidad de vida del ciudadano medio. En realidad la tendencia refleja el miedo de los países desarrollados a la fuga de industrias a países con menores costes (fiscales, laborales...), el miedo a la deslocalización.
En este sentido, España, por las características de su economía, es uno de los países que más puede perder.