06 septiembre 2007

Los amos del país

Dicen que un economista es alguien te sabe explicar perfectamente por qué ha sucedido algo después de que haya sucedido, pero es completamente incapaz de prever nada antes de que pase. Muy cierto: la economía es una ciencia (?) tan difícil como la meteorología, igualmente sujeta al efecto mariposa. Cualquier mínima diferencia en las condiciones iniciales hace que la evolución posterior del sistema sea tremendamente diferente.

A veces una pequeña diferencia inicial hace que un grupo social gradualmente consiga cotas de poder insospechadas, mientras que otro parece tener siempre “algo” en contra que le frena. Los que salen ganando no son en principio ni mejores ni peores que los que salen perdiendo, y no están robando deliberadamente nada a nadie. Los demás también han tenido sus oportunidades. Si no las han aprovechado, peor para ellos. Será que son unos vagos, o pura y simplemente menos inteligentes. Y así poco a poco se abren las brechas sociales. Nadie quiere que sea así, pero sucede.

Fíjense en la sociedad española actual. Vamos a ver quienes son esos que están arriba, cada vez mejor y quienes están abajo.

En los últimos años 70 y primeros 80 la nuestra era una sociedad con una extensa clase media, surgida del desarrollismo de los años 60 y 70. Pero la crisis económica hace que los cierres y las reducciones de plantilla se sucedan, y el paro aumenta. Los sindicatos defienden con éxito los derechos adquiridos de los trabajadores: en muchas grandes empresas no hay despido libre sino prejubilaciones, generosamente pagadas con cargo a los presupuestos.

Últimos 80: hay un boom económico hasta que llega la crisis del 91, pero entre los jóvenes el paro juvenil es siempre enorme (entre universitarios, ¡del 50%!). Nadie puede despedir, pero tampoco se atreve a contratar.

El gobierno incentiva el empleo temporal, para facilitar la entrada de los jóvenes al mercado laboral, sin tener que tocar la protección social de los que ya tienen empleo. Los sindicatos, mal que bien, tragan con ese “mal menor”.

Y sin que nadie lo haya deseado, se forma un sistema a dos niveles: el de los obreros, funcionarios, administrativos, gerentes... “maduritos”, sólidamente anclados en sus empleos y con sueldos decentes, y los jóvenes en contratos temporales, empleos basura, contratos en prácticas, becas poco remuneradas y sin seguridad social.

¿Alguien conoce como está el tema en un astillero o siderúrgica? Pues está así. Para el mismo trabajo, un trabajador puede estar ganando el triple que otro, cuyo único error es haber llegado “después de”, a diferencia del que entró en plantilla “antes de”. ¿Y en la universidad? Conozco profesores e investigadores de gran valía con experiencia en el extranjero, varios idiomas, masters y doctorados a montones, que encadenan becas y contratos temporales mal pagados en las universidades públicas. Incluso a veces, cobrando en negro. Sí. En las universidades públicas. Conozco más de un caso.

Llegan los últimos 90 y el nuevo siglo. Tiempos mejores, pero el éxito de la economía española se basa en la “moderación salarial”. Efectivamente, el salario promedio es moderado: el promedio entre el sueldazo de unos y el contrato basura de otros hace un “salario moderado”.

Miren a su alrededor, a la gente que ustedes conocen en su entorno. Las dos capas de la sociedad están ahí: los “antes de” y los “después de”. Incluso entre los funcionarios, aunque menos, la diferencia existe. Ahí al menos, la estabilidad laboral la tienen todos.
Cuando la economía va bien y los tipos de interés son bajos, los precios de la vivienda se disparan porque todos los que pueden, es decir, los del “antes de”, se lanzan a comprarlos. Los del “después de”, tienen que comprarlo entre dos y pedir avales a sus padres, o irse de alquiler a un piso, comprado por un “antes de” al que básicamente le están pagando ellos la hipoteca.

¿Verdad que es así? ¿En que lado se reconocen ustedes? ¿Verdad que es absurdo pensar que en este país los padres quieran explotar a sus hijos?

Nadie lo decidió así, nadie lo planeó, nadie lo vio venir. Sucedió poco a poco. Nadie quiere que sea así. Y sin embargo, es así. Los que viven bien, los del empleo estable, los pensionistas, los prejubilados, los que tienen vivienda habitual, la de vacaciones y otra en alquiler, los de “arriba”, son una generación entera de españoles. Los “de abajo”, los que mantienen el tinglado con su moderación salarial, son sus propios hijos.

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